Tecno-colonialismo
Artículo original publicado en El salto diario
El tecno-colonialismo es difuso, sus fronteras se nos escapan de entre los dedos al igual que sus “gobernantes”, de hecho los tecno-colonos operan en la sombra.
En este artículo, vamos a centrarnos sólo en uno de los muchos aspectos que consideramos parte del tecno-colonialismo, el concepto de territorio, ciudadanía y gobierno.
Cuando pensamos en colonialismo le asociamos un territorio y una intrusión, de hecho si leemos la definición en la Wikipedia, podemos tener una definición bastante generalizada:
“El colonialismo es el sistema político y económico por el cual un Estado extranjero domina y explota a otro foráneo al suyo, a ese territorio se le llama colonia. Por lo general se utiliza la fuerza militar ante la que el país invadido no puede oponerse y el colonizador, invasor o conquistador impone el control militar, político, económico y social, normalmente mediante la designación de personas originarias del país conquistador”.
Pero si hablamos de tecno-colonialismo, de qué hablamos, ¿cual es su territorio? ¿cual es ese Estado extranjero que domina y explota al otro? ¿se impone a través de una fuerza militar?
Si continuamos leyendo la definición de colonialismo nos dicen:
“La colonización supone la usurpación y apropiación de la tierra, y con ella, de su riqueza y recursos; el sometimiento de la población, que puede considerarse esclava o sin los derechos de la metrópoli, la imposición de los intereses de la metrópoli sobre los del país colonizado en materias de cultura, religión, estrategia militar, estrategia económica, derechos civiles, políticos o sociales”.
Ahora podemos empezar a intuir algunas cosas, la producción de tecnología electrónica (de aquí en adelante tecnología-e) implica una usurpación de la tierra, de su riqueza y recursos naturales, pero aun seguimos preguntándonos, esa “tierra” ¿corresponde al territorio de un país entero?, y ¿cual es la metrópoli respecto de la cual se es esclavo? Así que nos surgen preguntas, como ¿cual es el territorio tecno-colonial?, ¿qué fronteras tiene?, ¿cual es su ciudadanía?, ¿quienes son sus gobernantes?
El tecno-colonialismo vincula territorios difusos, los redefine, y los convierte en territorios discontinuos, territorios físicos y virtuales, territorios de proximidad y lejanos. Nuestro cuerpo se convierte en el rastro del tecno-colonialismo.
Vamos a ver por qué son territorios discontinuos. Pongamos que queremos fabricar un smartphone, y simplificando podemos decir que se compone de una pantalla, una batería, circuitos electrónicos, una carcasa. Si hacemos zoom sobre cada componente llegaremos a la conclusión que una pantalla está compuesta por metales como aluminio y silicon pero también metales raros como tántalo, silicio, potasio, indio, estaño. Por otro lado, la electrónica consta de oro, cobre y plata, y la batería contiene cobalto, litio, aluminio mientras que la carcasa contendrá carbono, magnesio, níquel.
Así que todos los elementos necesarios para poder empezar a elaborar un producto no se encuentran sobre un mismo territorio, sino que podemos encontrar que más de la mitad del litio se produce en Australia, Chile, China o Argentina, las principales reservas de coltán está en la República Democrática del Congo, el cobalto se obtiene en la República Democrática del Congo, Australia o Indonesia, el oro viene de Sudáfrica, Perú, USA, Tanzania, República Democrática del Congo, el cobre se encuentra en Chile, Perú, China, República Democrática del Congo.
Así que podemos intuir ese territorio discontinuo donde para fabricar un smartphone, es necesario hacer un largo viaje, de las minas de coltán en la Republica Democŕatica del Congo y litio de Australia para la producción de baterías, pasando por Chile para extraer el cobre, el oro de África del Sur, y de Rusia la plata para la producción de la parte electrónica. De ahí saltamos a China para construir las pantallas pues es el principal productor del aluminio, silicio y estaño, también es dónde se procesan los componentes que posteriormente serán ensamblados en Malasia.
Pero ese viaje, deja un rastro tecno-colonial, si bien podemos ver que ciertos países como Australia, China o Canadá, son los mayores productores de ciertos elementos imprescindibles para la producción de tecnología móvil, lo cierto es que la batalla por los recursos naturales, es decir, esa invasión colonial o neocolonial tiene lugar únicamente en el sur global. Donde es a través de la violencia que se produce el extractivismo de sus recursos naturales, provocando la degradación de los ecosistemas, el desplazamiento de las comunidades, y las migraciones. Dichos territorios donde se lleva a cabo el extractivismo son territorios anteriormente colonizados, y en muchos casos su administración y economía es todavía neocolonial, pese a ser proclamada una (falsa) independencia por sus colonizadores.
Así que, en este viaje las fronteras no delimitan países sino sólo parte de los territorios de aquellos países en los que se encuentran los recursos naturales utilizados para la producción de tecnología-e, y en estos recursos naturales se incluyen no son sólo minerales sino que también es imprescindible el agua utilizada en ingentes cantidades durante el procesado y producción.
Si la colonización hace conscientes a los ciudadanos de un país de que han sido colonizados, a su vez les permite crear estrategias para mantener su identidad originaria. Sin embargo, a los ciudadanos tecno-colonizados, que como hemos visto pertenecen a territorios discontinuos, les impide tener consciencia de la existencia de otros ciudadanos tecno-colonizados y las consecuencias que dicha tecno-colonización tiene sobre los distintos territorios. Este hecho hace aun más difícil la organización para hacer frente al colono. La cara del colono ha quedado diluida.
De ahí, que ahora tengamos, tecno-territorios que son ciertas áreas de países que se encuentran dispersos por los cinco continentes; tecno-colonizadas a personas que viven en esos tecno-territorios y están sometidos a sus reglas; y ahora nos queda por identificar quienes son los gobernantes tecno-coloniales.
Tradicionalmente el colono, pertenece a un país, Estado/Nación, etnia, religión, es decir, que también tiene una identidad fuerte y visible, pero como vamos viendo, el tecno-colonialismo es mucho más difuso, sus fronteras se nos escapan de entre los dedos al igual que sus “gobernantes”, de hecho los tecno-colonos operan en la sombra.
Al movernos en territorios discontinuos, debemos seguir la pista de quiénes explotan los recursos naturales. Si tomamos como ejemplo la República Democrática del Congo, podemos ver que los dueños no son ni el propio Estado ni el Estado de otro país (aunque los Estados puedan estar en connivencia), sino empresas privadas transnacionales. Estas se benefician de la explotación, como lo muestra el informe de Amnistía internacional “DRC: Powering change or Business as Usual?” donde se revelan empresas como ERG, COMMUS y Chemaf. ERG es socia del banco mundial, con sede inicial en Reino Unido que luego se trasladó a Luxemburgo y sus principales accionistas son “el Trio”, es decir, el hombre de negocios Israeli-Kazakh Alexander Mashkevich, el filántropo Patokh Chodiev —quien en las filtraciones de los Pandora papers aparece vinculado a 25 empresas offshore— y el desaparecido Alijan Ibragimov. Por otro lado tenemos a la empresa china COMMUS propietaria de la mayor parte de las minas de la RDC, y a la empresa Chemaf de Emiratos Árabes Unidos socia de Trafigura, que desde hace muchos años se ha visto implicada en varios escándalos contra la salud .
De esta manera podemos asociar también el tecno-colonialismo a un “extractivismo económico” y vamos a usarlo en el sentido que lo define UN-Human Rights en su informe “El extractivismo mundial y la igualdad racial” en donde “hace referencia a las industrias, los actores y los flujos financieros, así como a los procesos y productos económicos, materiales y sociales vinculados a la extracción globalizada de recursos naturales”.
Y, donde además se añade que:
“el extractivismo no se limita a los procesos económicos y materiales de la extracción de recursos naturales, sino que también tiene un impacto en las relaciones políticas y sociales (incluidas las relaciones raciales y de género) y promueve determinadas visiones culturales y normativas del mundo que definen la vida cotidiana de muchas personas e influyen profundamente en su posible futuro”
Así vemos cómo se está produciendo un rápido cambio cultural en el Sur Global, debido a la penetración de cierta tecnología-e para la realización de tareas cotidianas, cómo es el envío y almacenamiento de dinero sin intermediación de un banco, introducción de los pasaportes biométricos para facilitar el control de las fronteras (sobre todo occidentales), la venta en línea a través de aplicaciones de mensajería, comunicación con la diáspora, etc.
Pero por el momento la industria, el procesamiento, comercialización y venta de esta tecnología-e beneficia desproporcionadamente a las naciones, las empresas transnacionales y los consumidores del Norte Global.
Sin embargo el tecno-colonialismo no se limita a las consecuencias del extractivismo de los recursos naturales y económico, sino que habiendo creado el Norte Global un paradigma donde sólo es deseable el crecimiento económico inconmensurable, la tecnología-e viene asociada a una obsolescencia programada, que se caracteriza por la corta vida de los dispositivos electrónicos, pero la pregunta que no está presente es ¿qué pasa con toda la basura electrónica que se produce?.
Según un informe de octubre 2023 de la OMS, y las cifras van creciendo anualmente exponencialmente, en 2019 se generaron más de 53 millones toneladas de basura electrónica, de las cuales sólo fueron recogidas menos del 20% y recicladas el 2%.
La basura electrónica se genera principalmente en el Norte Global, en países como Noruega, Reino Unido, Suiza, Dinamarca, etc. pero es enviada al Sur Global, pese a la Convención de Basilea, a zonas como Ghana, India, Nigeria, Senegal, donde hay menor regulación en los vertederos donde se acumula, o en las condiciones en las que se produce el reciclaje de dicha basura, que ocurre sobretodo en el sector informal, dónde no existe ninguna protección de la salud de los trabajadores ni de las personas del entorno, así como tampoco del medioambiente.
A este circuito que sale del Sur Global en forma de materias primas, se procesa, se da la compra-venta en el Norte Global y se desecha al Sur Global, hay que añadir que en estos momentos, cuando la extracción de materias primas de la Naturaleza cada vez es más costosa, es el Norte Global quien tras finalizada la vida de los dispositivos electrónicos está procesando y a veces comprando la basura electrónica para extraer las materias primas, que volverán a entrar en el circuito de producción.
Mientras tanto el Sur Global, utiliza dispositivos más viejos, de vida más corta y generalmente más contaminantes, pues están menos optimizados para generar un menor impacto al medio ambiente y además, a estos países no llegan las infraestructuras para garantizar procesos de recuperación, reciclaje y producción tecnológica menos dañinos para la salud y más respetuosos con el medioambiente.
Así, la población de los países víctimas del neocolonialismo son productores primarios de los elementos más escasos de los dispositivos electrónicos y a su vez son “descomponedores” al intervenir en las primeras etapas del reciclado.
Este viaje por un aspecto del tecno-colonialismo pretende invitar a la reflexión sobre la tecnología-e, su producción y su uso e identificar la responsabilidad social que tenemos como sociedades que forman parte de la era de la información.